Tengo frente al portal de mi casa un local muy singular.
Cuelgan sobre él unas luces de neón con la forma de corazón, que se encienden y se apagan. En el interior, unas señoritas de moral distraída se encargan de sosegar las preocupaciones más amargas. La nueva ley anti tabaco les obliga a salir a la calle a fumar, y ayer, me encontré esta estampa que se me antojó de lo más tierno.
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