sábado, 21 de mayo de 2011

La tristeza


Recuerdo ver a este señor, el del organillo, con un perrito de pequeñas dimensiones al que, para hacerlo más "farandulero", le ponía una gafas de sol y un sombrerito. Cuando tomé esta imagen desde el otro lado de la calle ya hacía días que notaba la ausencia de su compañero.

Este señor, el del organillo, se sienta los días de diario en la salida de Manso de la línea 3 del metro, en el Paralelo. Al salir, subiendo las escaleras, se oyen los compases musicales... no siempre es el organillo, pues algunas veces conecta un moderno aparato de "CD".

La verdad es que me llenó de tristeza contemplar el rostro abatido de este ser humano ante la soledad.

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