Marchito, esperando a desaparecer sin dejar rastro un ramo mustio preside la estancia.
Antes de la despedida en firme y ante el desmayo cruel que le trae el tiempo la cámara capta su inocencia y prolonga su vida unos minutos.
Tal vez renazca de la nada una y otra vez en un círculo perenne ante los ojos del que observa la belleza mustia de la naturaleza .