miércoles, 20 de mayo de 2020

Volver al origen, en busca del tiempo perdido.

"Mucho tiempo he estado acostándome temprano"

Secado de un "oil print"
Cuesta un poco dejar de lado los hábitos que contraemos trabajando con medios digitales. La inmediatez de sus resultados, el bajo coste de producción y la accesibilidad forman parte irremediablemente de su feroz atractivo.

Pero por otro lado, después de llevar años utilizando el sistema alfanumérico y tras fundir unos cuantos equipos al fragor de la lid, hay que reflexionar, hacer un paréntesis.Y es en ese momento cuando debemos plantearnos: ¿qué somos y a dónde vamos?.

En ese instante hay que pararse en seco, leer entre líneas e interpretar los sueños.

Cuando nos detenemos el tiempo suficiente somos capaces -no siempre, pero sí la mayoría de veces-, de escuchar la voz interior y recuperar el tiempo perdido, si es que de verdad se ha perdido.

Pues nunca se pierde nada del todo y el tiempo, aún menos. Tan sólo se emplea en otras cosas que nos distraen de lo que nos hace verdaderamente felices. A veces necesitamos una patadita en el trasero, con cariño, claro, para despertar ese gusanillo dormido que nos empuja hasta la satisfacción de saborear lo improbable, deleitarnos con la duda y perder el miedo de enfrentarnos a aquello que no esperamos que aparezca jamás.

Trabajar, por ejemplo un negativo monocromático que aguarda celosamente en el cajón de la película, junto al papel sensible y que caducó en el año de Nuestro Señor de 1995. Qué locura, ¿verdad?.

¡Sí!, es una locura abrir el armario, coger la maleta donde duerme la cámara de mediano formato, uno de tantos sueños; ponerla a punto, con escaso trabajo pues con el visor de cintura ni tan siquiera necesita usar batería; comprobar el chasis y realizar un par de disparos para asegurarse de que todo sigue en su lugar...

¡CRAAAAAASSSS!

¡CROOOOMP!

Eureka, funciona.
El sonido contundente del mecanismo de disparo así lo indica.
Su Majestad Mamiya RB67, con cerca de treinta años de vida, está en perfecto estado de revista...

A la mochila.

Luego, rebuscar en la caja de fotómetros y atrapar al vuelo una bolsita de cuero donde duerme el Sekonik L-398, una joya...

A la mochila.

Poco más: unos rollitos de 120 de emulsión gran reserva y un Bergger Pancro 400 que pide guerra...

Ahí queda, no dejemos que el gusanillo se atonte o pase demasiado tiempo yéndose a dormir temprano... ya me entendéis.

¡...Alteza!
Sí, el amor existe
Qué nervios
Sellar un carrete de 120... con lametón
La hora de la verdad

Bergger Pancro 400  revelado con Rodinal
Fuji Neopan400 Cad.09/1995 revelado con Rodinal

3 comentarios:

  1. Aquest món caòtic de vegades ens fa oblidar somnis, projectes, fites.... no deixis de somiar papi, que el que els teus ulls veuen, el que la càmera plasma i les teves mans donen forma és màgia per tots nosaltres.

    ResponderEliminar
  2. M'has fet treure sentiments i anhels de la joia de gaudir de la fotografia!!

    ResponderEliminar