miércoles, 25 de septiembre de 2013

Gotas de rocío

Dicen los puristas que manipular una imagen con programas de edición no es fotografía, es foto ilustración.
A mi no se que me cuentan, yo sólo hago fotos, independientemente de como las llamen los eruditos!









Y me gusta lo que hago... al margen de que sean fotos, imágenes licuadas o papel maché!


miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿Son felices mis gatos?

A veces tenemos la imperiosa necesidad de cuidar de una pequeña mascota. No necesariamente por hacer el bien, a veces es por un ego desbordante de poseer algo bonito que acariciar, o alguien a quien llamar y acuda en busca de cariño, mimos o golosinas, el caso es que a tu llamada acuda alguien, aunque sea el loro.
Yo tuve una mascota hace mucho tiempo y compartí con mi gata Nena unos momentos increíbles, me niego a llamarle mascota, entre otras cosas porque yo era su mascota y ella mi gran amor felino.
Cuando llegaba a casa me esperaba en la puerta.
Cuando me tendía en el sofá se acurrucaba en mi regazo con su ronroneo incansable. Estiraba la patita para pedirme croissant en los desayunos del domingo y tenía que ser de la parte de la miga blanda, por supuesto no le apetecía cualquier bollo industrial, tenía que ser el croissant de la Mercè, de mantequilla, por cierto exquisitos.
Cuando murió la Nena estaba trabajando en Colera, cerca de Portbou y recuerdo montar iluminación entre lágrimas y mocos, entre el desconsuelo y la sinrazón. Nena llegó a casa una tarde de septiembre, parió una camada de cuatro mininos que el veterinario se encargó de darles muerte porque donde estaban ya había muchos elementos y por desgracia no cabían más. Oí unas palabras que me decían: "Jóse", si no te la llevas tu se tendrá que quedar en la calle. Nena, Reina y Ginger también, vivía en un parking cerca de la zona donde Luci alimentaba una colonia de gatos callejeros. Le dieron de palos unos niños ausentes de piedad y de armonía con el entorno animal, aunque ellos fueran unas ratas o lobos rabiosos infectados de tiña. Nena se enarboló entre las piernas de Luci como sólo lo sabe hacer un gato...  y la siguió..  y se coló en su casa... y...

Luci, que ya tenia ocho gatos la acomodó en un lado del patio para que pudiera parir tranquila, pero los ocho felinos que habitaban la casa poca tranquilidad le dieron.
Nena vino a casa y se marchó catorce años después, me conoció unas cuantas novias hasta que llegó la persona que se acurrucaría a mi lado, en mi corazón hasta estos días. Nena y ella hicieron muy buenas migas, tanto que el día en que murió lo hizo en sus brazos.
Me prometí a mi mismo no tener más seres que dependieran de mi...
Ahora tengo dos. Dos hembras que me tienen el corazón robado.
Pero yo me pregunto ¿son felices mis gatas? Aún siendo madre e hija y salta a la vista que se quieren mucho, juguetean entre ellas, se miman y acarician, pero aún así ¿no estarían mejor en el campo, corriendo, saltando, cazando pajaritos?
A veces las miro y las comparo con los felinos del parque Zoológico que, encerrados en jaulas me llenan de tristeza y me consuelo diciéndome a mi mismo... Al menos no están de alfombra en algún piso de lujo de Pedralbes, o de trofeo en alguna pared del Palacio de Oriente.

No se si mis gatas son felices, pero como yo las cuido no lo haría nadie.